3 de enero de 2010

Opinión: Las batallas del periodismo son por la verdad *


* Escrito por el historiador Leonardo Agudelo V.,
 investigador del Grupo "Derecho Ciudadano a la Información"-





"La excelencia de las batallas periodísticas no se define en términos del daño infligido, sino en términos de las verdades conquistadas para la mayoría"

La prensa es una máquina de guerra y no hay que olvidar que las maquinas de guerra se construyen para librar batallas, pero sabiendo elegir con sumo cuidado —aunque esto pueda parecer paradójico hablando de guerra— el frente a combatir. Debemos elegir bien la clase de refriega y el teatro de operaciones, porque en la confrontación se da y se recibe. Y una vez la batalla se inicie, acostumbrarnos a trasegar bajo el fuego; estamos dispuestos a pensar que las balas vienen del bando enemigo, pero cada vez es más cierto y doloroso, que las balas pueden provenir del "fuego amigo".

¿Pero porque los periodistas deben estar dispuestos a una forma de vida semejante?

La excelencia de las batallas periodísticas no se define en términos del daño infligido, sino en términos de las verdades conquistadas para la mayoría.

¿Y cuál de ellas merecen ser ennoblecida por el periodismo?

La idea del bien común fue establecida en el siglo XVIIII, por los filósofos de la ilustración, retomando una larga tradición de leyes comunes. Había la idea de que la vida colectiva era buena y que una forma de preservar ese horizonte era teniendo buenas leyes, pero esas leyes tendían a caer en el olvido algunas y otras a ser distorsionados a maquinadas para empequeñecer su capacidad de proteger a la mayoría, era allí donde se ejercía con mayor vigor la capacidad de opinar, de hablar y finalmente del motín, máxima instancia de las mayorías. Sobre estos principios: el derecho al bien común y un derecho consustancial a este; el derecho a opinar, fue emergiendo el periodismo como un fruto maduro. Para convencer y expresar la mayor cantidad de puntos posibles en el pueblo con el fin de encontrar una noción de bien común y darle un norte a la vida colectiva, apareció la prensa como expresión material de esa opinión tan intensamente conquistada.

Las mejores batallas son por la verdad, —y nada mejor que una victoria en ese altar—, pero esas batallas no se pueden librar sin capacidad de dolor y un cierto sentido del honor y de heroísmo para reconquistar esa colina en peligro y plantar nuevamente en ella la bandera de la verdad. Como dice la declaración de Independencia de los Estados Unidos: Cualquier gobierno que se haga destructor de estas verdades fundamentales e inalienables —libertad, igualdad y derecho a la búsqueda de la felicidad— merecerá ser cambiado para constituir en su lugar otro capaz de guiarse por ellas.

El rumbo de la sociedad puede perder la luz de la verdad. Para evitar este riesgo están los periodistas como guardianes que tocan sus tambores de guerra cuando sientas que las colinas conquistadas en los últimos diez milenios de historia humana estén siendo amenazadas.


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